lunes, 26 de noviembre de 2012

La venganza

Raúl se enteró que el simio había salido del bote, tras cumplir su condena de siete años por robo con arma de fuego, la última vez que lo había visto, poco antes que lo encerraran, el simio le había dado una buena madriza, cuando le reclamó por haberle bajado a su vieja, humillándolo frente a todo el barrio, en ese entonces Raúl y el simio eran unos mocosos de 18 años, Raúl ni metió las manos, pues no sabía pelear, pero ahora piensa cobrársela al pinche simio, aunque de seguro trajo un chingo de mañas del reclu, pero Raúl no es pendejo, ahora él llevará ventaja, lo sorprenderá en casa de la mamá del simio, donde le dijeron que se aloja , lleva un tubo de acero por si acaso, se dirige hacia el número 15 de las casitas del campamento de Cartolandia, agujero perdido en la mugre de la mugre de Iztapalapa, Raúl suda frío, la casita ni puerta tiene, nomás una cortinita gris y brillosa de mugre, respira hondo y empuña el tubo con fuerza, jala la cortinita y grita “¡ahora si puto, ya valió verga!”, el simio voltea sin sorpresa y continua bañando a su madre en una gran tina donde la obesa anciana con artritis se enjuaga en agua jabonosa, la levanta y le dice a Raúl, “pásame la toalla del sillón”, Raúl confundido tira el tubo y le acerca la toalla, El simio carga a su madre envuelta en la toalla y la acuesta en su cama, la viste, la peina y aplica crema en brazos y cara, Raúl observa todo callado, el simio habla sin voltear, tal como si hablara consigo mismo: “pinche Raulito ya estás güevudo como para que me vengas a armar panchos, ya hasta se me había olvidado de aquella madrina que te metí, me pasé de lanza, pero te la merecías, por pinche guaguarón y farol, la Licha ni te quería , eras un pinche mamón, pero estábamos chavos... ya dale vuelta a la hoja, no manches…ahora que si tú crees que rompiéndome el hocico, vas a estar a mano, pues chido güey, suelta el putazo, pero yo ya no pelearé, siete años en cana fueron suficientes y no voy a volver al tambo por una pendejada tuya, tengo que estar libre pa´ocuparme de mi jefa, asi que suelta el primer putazo o ábrete a la verga…” Raúl, no supo que decir o hacer, en silencio salió con la mirada baja, recogió la cortina que había tirado y la puso en su lugar, camina hacia la calle, donde el día estába soleado, la luz se le metía por los ojos como dardos luminosos, asi que mejor los cerró y se sentó en la banqueta recargado en un árbol, pensó para sus adentros: “el simio se hizo hombre por allá,en el bote y yo … y yo… en las mismas, ¿qué pedo conmigo?”

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